Por Monse Quezada


Hace un tiempo llegó a mis manos un ejemplar del libro “escrito” por Barack Obama, “Los sueños de mi padre”. En él relata, de una manera simple pero divertida, su vida desde la niñez hasta sus estudios de Derecho en Harvard.
A pesar de que fue publicado en 1995, las ventas, junto con las de lo que sería la saga de la obra, llamado “La audacia de la esperanza”, se dispararon cuando su nombre cobró importancia antes de las elecciones de Estados Unidos.
Al leerlo es imposible no sentir cercanía con él, y eso sorprende, sobre todo considerando que lo más cerca que hemos estado es cuando los periodistas shilenos (sí, con sh) se sacaron una foto en la Casa Blanca con esa “atracción turística”, y cuando el adorable perro de Lipigas llama al de Barack por teléfono. Al recorrer las páginas en cambio, sin importar lo mucho que se intente ser objetiva, dan ganas de darle consejos, de chocarle esos cinco, de llamarlo Barry.
La página que me conquistó fue la que decía esto:
“(…)Y ahora, solos los dos, Billie Holiday y yo esperamos a que amanezca; el trino de su voz inunda la habitación a oscuras(…)”
Qué buena campaña es escribir libros de biografías tempranas, pienso. Buena campaña y buen negocio, si después te va bien como político.
En fin, lo único que me tiene intranquila querido/a menjunjiana/o, es si lo escribió él o no, como casi en todos estos casos. Si tú sabes algo, ¿me cuentas plis?

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