Quinchamalí is not dead

Por Monse Quezada

¿Quién no guardó sus monedas en un chanchito de greda cuando chica? ¿Quién no jugó con un mortero, una olla, o esas pailas donde se sirven los chupes, pasteles de choclo, chancho en piedra y otras exquisiteces de la cocina criolla? Al menos yo sí, y sigo maravillándome con sus formas, colores y propiedades (las cosas saben mejor, ¿o será porque se ven tan lindas?).

Lamentablemente, es muy probable que nuestros hijos y nietos no puedan hacer lo mismo. Así es; la tradición que ha llamado la atención de todo el país y de los extranjeros – se venden en los aeropuertos a precios increíbles- está muriendo y los jóvenes de Quinchamalí no parecen muy entusiasmados en continuarla.

Aunque la greda se gana muchos aplausos, no es lo único que tiene este pueblo para ofrecer: artesanía en calabaza, tejido en pita, un restorán donde te enseñan los distintos tipos de uvas y cerezas que existen, además de poder comer bajo los árboles y reposar en sus hamacas, son parte de lo que puedes disfrutar al venir acá. En el mismo lugar (El Paradero de Quinchamalí) puedes empaparte de la historia del lugar con la información sobre Tomás Lago y los cuadernos del Bío Bío. Pregúntale a María Eugenia Uribe, la dueña, y lo sabrás.

Si tienes la posibilidad de pasar por la pequeña localidad de greda, no lo dudes. Si no la tienes, invéntala, y así ayuda a salvar al chanchito de greda.

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