PencaBus

Por Pupa Kramcsak
Por un asunto personal tuve que viajar muy seguido a la capital en bus: durante dos semanas realicé cuatro veces el recorrido de noche de Concepción a Santiago, lindo ¿no?.


Creo que lo peor que te puede pasar en este tipo de viajes es que te toquen niños de cerca. Iba entre el olor a muda de guagua, una dulce niña que gritaba “vamos llegando chubai chubai” y el lloriqueo de otro que andaba con las mañas.

En otro de los viajes, me di cuenta que eso no era lo más terrorífico que te podía suceder: la tos ajena puede ser muy molesta, sobre todo si la persona está en medio de una gripe. Y para qué nombrar al fastidioso ronquido: me tocó un tipo que tenía apnea y cada vez que se ahogaba, estaba obligada a mirar hacia atrás para saber si seguía vivo, ¡así no se puede!

Hice mis sondeos, y otras declaran bien molesto que te toque un asistente jote y te empiece a conversar en medio de la oscuridad del bus, te preguntan mil veces si te sientes cómoda y te roza al cerrar tu cortina.

Y podemos seguir: quedarte encerrada en el baño del bus, ahogarte con la calefacción, escuchar el pip del control de velocidad o simplemente perder el bus, es de lo peor. ¿Tienen alguna experiencia traumática o anecdótica por contar relacionado con estas máquinas?, cuéntanos tu trágame tierra.

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5 comentarios:

Julia dijo...

Ayyy, a mí me pasó lo de quedarme encerrada en el micro en el viaje de luna de miel!!!
Y mi recién estrenado marido... ni cuenta se dio. Tuvieron que avisarle, ayyy diorrrr!!!!
Un besote.
Gracias por la visita a mi rincón.

Andreo dijo...

la otra vez tomé un bus a Chillan y para mi desgracia sólo quedaban disponibles los últimos asientos, esos que quedan al lado del baño.
Con ese comienzo TODO hacía presagiar que no sería un viaje de placer y lo que continuó no fue lo mejor. Resulta que ese día viajaban unos barristas de la U y aún en el terminal, uno de ellos tuvo la excelente idea de ir al baño del bus a hacer del número 2 y como si escucharlo no fuese suficiente, dejó la puerta abierta y bajó.
Ya en la ruta del itata, abrieron sus chelas, se apoyaron 20 mil veces en el respaldo de nuestros asientos y "alentaron al bulla" golpeando el techo.
Un maravilloso viaje de una hora y tanto que me pareció una ida a la China.

Anónimo dijo...

Yo acostumbraba a viajar a Lota desde Santiago, por las noches. Que te toque una guagua en asientos cercanos es lo peor. Sin embargo, lo que encuentro más desastrozo, es que te toque junto a un viejo gooooordo que se pase pa'tu lado de lo gordo, y que además, por la noche ronque :-s ¡Güácala! Eso, y que el bus se quede empane en medio de la nada con la calefacción descompuesta, te lo encargo.

Saludos.

Menjunje dijo...

Jajajaja, ¡tantas historias por contar!.

Pero lejos, lo peor fue lo de Andreo, antes de un partido los barritas siempre andaban hiperventilados sin importarle nada.

Recordé los robos que hace unos años se pusieron de moda, pasajeros lanzas como acompañantes de asiento :S.

Anónimo dijo...

En uno de mis últimos viajes en bus tuve la mala fortuna de quedarme varado por cerca de dos horas unos kilómetros al Norte de Osorno por culpa de un pinchazo de neumático; eso retrasó en más de dos horas mi llegada a Puerto Montt.

Otra vez casi me subo al bus equivocado...trasbordo en Talca desde Curicó para llegar a Concepción y pasó que llegaron dos buses a la vez...me estaba subiendo al equivocado.

Pero más que situaciones incómodas, me daba cierta envidia escuchar acerca de historias de gente que se conoció en un bus y terminó haciendo buenas migas. ¿Por qué nunca me pasó eso?

Igual, como decía el fallecido Náufrago, "no te deseo mal pero ojalá que hagas un viaje en bus a Arica, tengas ganas de hablar y te toque de compañero de asiento el Chino Ríos".

Saludos afectuosos, de corazón.